Tezcatlipoca es una de las deidades más importantes de la mitología azteca. Su nombre significa "espejo humeante" o "espejo negro" en náhuatl, refiriéndose a la piedra obsidiana que era utilizada como espejo en la cultura mesoamericana.
Se le asociaba con la noche, la oscuridad, la guerra, la adivinación, el destino y la regeneración. Tezcatlipoca era considerado el dios principal por muchos pueblos mesoamericanos, siendo rival de Quetzalcóatl, el dios del viento y la sabiduría.
Se le representaba como un guerrero joven con una pierna de obsidiana, símbolo de su poder y conexión con el inframundo. También se le asociaba con el jaguar, animal que simbolizaba la noche y la oscuridad.
Tezcatlipoca era considerado un dios dual, con dos facetas opuestas: una benéfica y protectora, y otra malévola y destructora. Se creía que controlaba el destino de los seres humanos y que intervenía en la vida de las personas a través de la adivinación y la suerte.
En la cosmovisión azteca, Tezcatlipoca era una divinidad poderosa y temida, que debía ser honrada y respetada para evitar su ira y asegurar el bienestar de la comunidad.
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