La siempreviva es el nombre común de varias especies de plantas pertenecientes al género Sedum. Estas plantas son perennes y se caracterizan por su resistencia y capacidad de sobrevivir en condiciones difíciles, por lo que suelen ser utilizadas en jardinería para espacios con poca agua o en suelos pobres.
Las siemprevivas son plantas suculentas, lo que significa que almacenan agua en sus tallos y hojas para poder resistir períodos de sequía. Sus hojas son carnosas, de forma ovalada o redondeada, y pueden presentar diferentes colores, desde el verde hasta tonos rojizos o grisáceos.
Estas plantas suelen crecer en matas densas, formando alfombras en el suelo. Sus flores son pequeñas, de forma estrellada, y pueden ser blancas, amarillas o rosadas, dependiendo de la especie. Florecen durante el verano y suelen atraer a insectos polinizadores, como abejas y mariposas.
Las siemprevivas son fáciles de cuidar y requieren de poco mantenimiento. Prefieren suelos bien drenados y soleados, aunque también pueden tolerar cierta sombra. Son bastante resistentes a plagas y enfermedades, lo que las convierte en una opción popular para jardines de bajo mantenimiento.
En cuanto a su propagación, las siemprevivas se pueden reproducir mediante esquejes de tallo o por división de matas. También se pueden sembrar las semillas, aunque este método puede ser algo más lento.
En resumen, las siemprevivas son plantas perennes, suculentas y resistentes, que pueden ser utilizadas en jardinería para espacios con poca agua o en suelos pobres. Son fáciles de cuidar y se pueden reproducir mediante diferentes métodos.
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